Tengo un amigo que es muy tranquilo, es Hindú y se llama Jadir.
Me cuenta que él nunca tiene prisa porque sucedan las cosas, en su país no se fuerza al tiempo que ha de llegar sin remedio, que todo llega, la calma, el afán, la vida y la muerte…
Me sorprende cuando me confiesa que sólo tiene una impresión del amor,”esperar”, él había amado aún a una sola mujer en su vida que no lo quiso a él, “el amor es una espera para mí” una espera que clavó su corazón en la sequía, ¡cuánto la quería¡
¿Cuál era el color de su sonrisa?
“El amor ya no es una prioridad para mí” –decía-
Ahora anda caminos, se mueve distraído, viaja por el mundo y se pierde por los lugares que no conoce… y dice que la vida es un pasaje y que puede ser un libro pero que para él nunca es un rostro, una piel o unos ojos…
Me cuenta muchas cosas y a mi me gusta oírlo, después me mira con esa mirada que acaba de despertar y suelta una carcajada, grata, sana, mágica y llena de generosidad.
Le sonrío y una mezcla de emoción y ternura invade mi corazón y quizás en cierto modo algo de compasión.
Hace tiempo que conozco su gran corazón y que he notado su tristeza que se esparce por la brisa.
En algunas personas el tiempo es cíclico, para él el tiempo es lineal…
Tiene siempre dulzura en la mirada y suavidad en sus palabras y si se ríe, mastica menta y todo se llena de ese olor.
Un día le dije “Jadir cuando te ríes, así de fuerte, todo huele a menta verde”
Él me dice” será por los ojos que ahora tengo enfrente, verdes, verdes, como la menta… verdes”.
Jadir cuando habla, serena a la gente.