Sueño y Vuelo, aunque me caiga luego...

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Corramos... Hay que salvar el planeta.

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La Tierra

La Tierra
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martes, 3 de marzo de 2009

Nuestro.

Yo te amo con la entrega
de querer siempre contigo
con el delirio que desprendo
si te miro…
delirio… que se queda adormecido
entre tus labios… prendido.

Y te amo desde mi infinito
con amor y pasión ciega,
en silencio y sin olvido.

Eres mi gloria y mi dicha,
mi pecado y mi castigo
-siempre contigo-
porque te amo desde fuera
con mis ojos, con mis manos
con mi cuerpo…
y con mi alma te amo,
desde dentro…

Tú mi equilibrio,
yo soy tu centro,
eres la piel
de la que visto mi cuerpo,
y nos late un corazón,
dentro del pecho
ni tuyo ni mío,
Nuestro…

domingo, 1 de marzo de 2009

Mamá Cuéntame un cuento...


Mi madre siempre tuvo un baúl de madera labrada muy bonito, se lo regaló un anticuario francés amigo de mi abuelo, el día de su boda, por lo visto tiene mucho valor, todos lo cuidamos con esmero, aún lo conserva, pero es otro su valor verdadero.
Allí guarda su diario, sus recuerdos, sus amados objetos, pero sobre todo eso y por lo que esto escribo… eran los cuentos.
Mi madre se inventaba historias maravillosas, mi madre escribía cuentos y le era sencillo… sólo dejaba volar su pensamiento, como yo el mío…
El baúl estaba lleno de cuentos, antiguos y más nuevos, los universales de autores famosos y los que ella llamaba suyos, escritos con letra inquieta llena de amor y de prisa, motivo de tanta sonrisa en sus niños y niñas…
Mi casa tenía seis habitaciones, la de mis padres, la del “ por si alguien” (Invitados) la de una señora que cuidaba a mi abuela y ayudaba en la casa y las tres restantes, según mi padre para los arrasantes, dos en cada habitación porque sea dicho de paso mi padre con tener ¡Seis Hijos” vaya que si arrasó… qué locura, pobre mamá, cuatro chicas y dos chicos…
Entonces dormíamos dos en cada habitación… En las noches de invierno sobre todo, mi madre nos leía un cuento a cada dos… entraba a suerte en que habitación entraba primero. Después de cenar, el que comía mejor tiraba primero… mi madre ya nos atrapaba desde el principio como la de sin querer queriendo… era un salero.
Era curioso como después todos nos íbamos a la cama sin pensarlo, ella esperaba a ayudar a los más pequeños y después iba a su baúl y en unos momentos elegía el cuento, unas veces suyo y otras ajeno… nunca el mismo en cada habitación, con sus tres cuentos o libros o cuadernos, entraba en la primera se sentaba en la alfombra que separaba las dos camas y comenzaba a sonreír mientras contaba…me encantaba oír a mi madre mientras el sueño me llevaba, su imagen guapa, su cara de niña y esa dulzura en su cara y su sonrisa amplia iluminando la mía… era la última imagen en la noche y la primera de Alba…
Una noche mi hermano pequeño, le dijo a mi madre:
- Mami ¿porque ya no le lees cuentos a mi hermana y hermano mayor?
- ¿Te has enfadado con ellos o se portaron mal y les has castigado?
- No mi niño, tú sabes que eso no entra en los castigos, ni tampoco me enfado tanto como para eso… lo que ocurre es que ya crecieron lo suficiente para leer por si mismos… aprendieron y crecen por fuera y por dentro, se enriquecieron… porque aparte de leer aprendieron ya a regalar su tiempo y así yo, puedo disfrutar del vuestro y dejar algo para el mío… cuando crezcas y aprendas lo entenderás.
- Mi hermano sonriendo, se dejaba dormir oyendo su cuento.
- Y todos sus cuentos llevaban una lección dentro, sabía sacarle a todo, su provecho.

Un día mientras me leía a mi, yo estaba muy seria y creo que a punto de llorar, y ella me dijo: “Anda princesa de mis cuentos, cuéntame tú a mi, ¿que te pasa hoy?
_Mamá, yo no quiero ser rica, no quiero enriquecerme, ni tampoco crecer”

Ella disimulaba su asombro, me miraba con sus dos lindos ojos y algo más seria dijo: “eso no está en nosotros mi niña, ahí no cabe elección, se va uno con el tiempo creciendo y sabiendo, tú crecerás y te aseguro que te enriquecerás, así que serás rica… pero no es malo ya lo verás”.
-Mamá yo soy pequeña, pero ya sé medir mis sentimientos, sé lo que quiero – mi madre espantada- y sé lo que no quiero…
-¿Y qué quieres tú mi niña? ¿Ser siempre pequeña?
- Si enriquecerme quiere decir que dejaré de oír tu voz leyéndome cuentos cada noche y dejar de ver antes de dormir tu sonrisa, no quiero ser rica y si ello lleva no crecer, tampoco quiero crecer, porque este es el momento de mi día, que más rica me siento, sin él la noche es más noche y tengo miedo…
¡Pero hija eso es porque eres pequeña y tienes sin remedio que crecer, perderás tanto a lo largo de tu vida¡ y eso te va a enriquecer.
Entonces mi madre guardó silencio, yo sentí su emoción y me abrazó suavito, y lento, con ese ritmo de acuno que mecía mi cuerpo…

Era en esos momentos cuando ella me contaba una historia sin leer, una historia que venía a cuento… siempre con su provecho… y el mío sin dudarlo.

Mamá te quiero… léeme un cuento… hoy tengo miedo.

En una Piedra del Camino


En una piedra casi plana del camino y a pleno sol, me he sentado a observar en el horizonte, lo que me has querido y lo que te quise yo- ninguna señal- después de un rato, me he agazapado en un matorral, por si desde la sombra, vislumbraba a la luna y las estrellas- pero no- sería que era demasiado temprano y, lucía ya el sol…
Me siento de nuevo en la piedra, y espero, y miro alrededor – nada - no encuentro la forma de tu corazón, ni tampoco la forma de retirar el sol, ese sol eterno, que arde, que ciega mis ojos, que no me quema fuera, quemándome por dentro… no encuentro la forma de retirarlo a su aposento…

Y es que la culpa la tengo yo…
por dejarme hechizar por esos ojos negros
que si me miran, ya no me tengo…

Y qué culpita “Vía a tené” ,
si este amor que por ti siento
no lo pude detener,
aunque el culpable ¿no será usted?
¡motivo de mi queré¡

Miro de nuevo y detrás del horizonte brilla el sol amargo,
y con él…
la soledad de mis labios.
Cuando asome la luna
con su piel plateada –amor-
podremos encontrarnos.


Me retiras el mechón que me resbala en la frente,
me coges de la mano,
el sol se retira y sube de repente,
la luna baja- y ya-
contigo hasta el alba…

¡Ojala que esta noche siga siendo tan larga¡

No sé si fue el sol que me provocó delirio,
o fue la deseada luna
que me ahogó en su desvarío, o,
sencillamente amor eras tú... y fuiste mío.