Sueño y Vuelo, aunque me caiga luego...

Sueño y Vuelo, aunque me caiga luego...

Corramos... Hay que salvar el planeta.

Corramos... Hay que salvar el planeta.

La Tierra

La Tierra
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miércoles, 6 de mayo de 2009

Te Leo.

Acaricio tus letras con mis rebeldes gemas, que verdean los bordes de tu libro de poemas. Y es tu corazón abierto en el atril de la madrugada, quien me separa de mi almohada. Tililan mis labios con el susurro débil de su recitar dulzoso, me conmueve la lectura, me asila la ternura ¡Es tan hermoso! Arde mi aliento mientras tus letras queman de mi boca, el cielo abierto, aviva el incendio lo que en mi alma provoca… Las palabras en hilera, se hacen hoguera, los ojos húmedos de ese brillo que hace al lector partícipe del sentimiento-gozan mis sueños- Las llamas corren veloces por las guaridas de mi cuerpo, como si fueran lobos que aúllan dentro, descuartizando a dentelladas lo que yo siento, letras que son besos, en mis labios trémulos… Sigo leyendo… y mis ojos ahora dorados de destellos, lentos muy lentos, se van cerrando para salir de ese libro extenso que es el culpable de alterarme dentro, de ese libro tuyo de poemas, al que adicta, también me he hecho.

lunes, 4 de mayo de 2009

Mi Vecina Isabel_6

Últimamente Isabel se ha descuidado un poco, yo lo comprendo pero no me gusta, porque eso me indica que no está siendo totalmente ella, antaño tan elegante y tan cuidado su aspecto… ayer tarde la encontré sentada en un banco de la plaza que está al lado de casa,” la plaza del Quiosco”, no lleva su traje tan elegante que seguro que no los recuerda todos y el moño perfecto de su cabello blanco está solo arreglado sobre el del día anterior, el rosa nacarado de sus largas uñas, se le está desgastando y hasta hace poco no he notado las arrugas de su rostro, son de vejez pero también de cansancio, y esa sonrisa eterna con la que pintaba su rostro, solo aparece cuando me advierte, su mirada es distinta, a veces parece que puede estar diciendo mucho y otras no dice nada, Isabel parece un cuadro incompleto.
Me he acercado y he pronunciado su nombre, no me ha hecho ni caso, supongo que a veces no recuerda ni su nombre, y menos las voces al pronunciarlo, nadie la llama a diario, a no ser yo, sale poco de casa, su hijo Pablo viene en Junio y ya se la lleva definitivamente, ahora tiene una señora que cuida de ella, día y noche pero algunas horas por la tarde hace algunas cosas fuera, ella la espera sentada en el banco de la plaza… le gusta mirar a los niños con sus bolsas de chuches y gusanitos, es cuando yo llego a buscarla.
- Isabel, soy yo- le dije sentada a su lado- no me has contestado.
- Ay mi niña perdona, no sé donde me había parado.
Y me regaló esa sonrisa por mi conocida, y sus manos me acariciaron la cara.
Me estuvo contando las cosas a trozos, a veces callaba como si pensara y luego retomaba la palabra de forma apresurada como si fuera un huracán para que no se le olvidaran, aún podemos hablar pero se le escapan los detalles y sus frases en ocasiones son breves pinceladas.
¡Cuánto me recuerda a mi padre en el inicio de su enfermedad!, pero mi padre era mucho más joven que Isabel.
Isabel es una mujer educada, amable y cariñosa, ni siquiera ahora se la ve malhumorada, esta tarde me ha hablado varias veces de su marido.
-Ven vámonos niña que mi marido está a punto de llegar y me gusta estar en casa.
A veces se queda esperándolo hasta que se da cuenta de que no existe, y entonces llora como yo, cuando tenía ocho años y mi padre se fue a trabajar a Francia.
Yo creo que lo tiene escondido en uno de los borrones de su mente y de vez en cuando se vuelve claro y lo ve caminando hacia ella, pobre Isabel, procuro mantenerme sonriente para que ella no note mi tristeza, quiero regalarle sonrisas para que ella sonría…me gusta su cara cuando me mira ilusionada y me cuenta historias de su nieto o del pasado y sus ojos se llenan de felicidad, luego parece que su mente se ilumina y la trae al presente y me mira extrañada y aún así sonríe sin motivo aparente y me dice “gracias mi niña”.

Ya nos levantamos y caminamos las dos en dirección a casa, sus ojos parecen un pozo sin fondo, que parecen saber la verdad, pero tienen miedo de enfrentarla.

Isabel ha sido siempre una señora de vida cómoda, de tardes de café y cartas los jueves en su casa con sus amigas, a veces me contaba como se pasaban horas riendo a carcajadas hasta la hora del regreso de su marido, Isabel tenía criada y era una mujer buena y refinada que enseñaba a tocar el piano a las chicas que trabajaban para ella, no se resignaba a ser una profesora de música jubilada, y a final de mes cuando les pagaba, siempre les regalaba alguna ropa de esas de las que ella decía que se cansaba, es tan buena Isabel…

Le he hecho la cena y a pesar de estar con ella la señora que la cuida, la he ayudado a ir a la cama y allí, le he leído mi escrito, ese del sol y la luna que enamorados se buscaban sin encontrarse nunca… ella casi siempre es el que me pide, ¿que pensará o qué verá en el relato que nunca se cansa de oírlo?.

-Buenas noches Isabel dame un beso…
- Hasta mañana mi niña, vuelve mañana…
- Volveré Isabel.

domingo, 3 de mayo de 2009

Me gusta esa hora.


La noche avanza como una sábana de sombra, va tapando destellos que se arrastran penosamente por el cielo de los restos de la tarde, como si una mano galáctica la fuera tendiendo de un extremo a otro de la bóveda, algún punto de luz emerge de alguna estrella que inaugura la noche saliendo. Me gusta esta hora cuando aún no se encienden las farolas, mientras el entorno se viste de contrastes y luces mortecinas y oscuridad incipiente, esa hora mágica que turba y llama a la musa, esa aliada que alerta la inspiración y que a veces dura solo un momento asaltándome con fugaces destellos, y que me apresura a agarrar la pluma en medio de guiños de luna…

Y luego el mundo vuelve a estar como lo había dejado, en los linderos reales de las luces vitales y naturales del entorno, aunque a veces también se cuele por lo ojos como la musa misma, esa que gira en la sombra y que te encuentra y te abraza cada instante sin frenar su paso, cuenta contigo mil segundos y apenas si la notas cuando llega, atraviesa las horas esperando una caricia con algo de prisa, mientras le regalo las palabras seductoras con esa urgencia libre que reclama, y luego sale corriendo dejándome una limosna del tiempo que le sobra…¡Ah la Musa!
Que rompe con la coyuntura entre mi alma y la suya, que me rompe los segundos y luego, roto todo y esparcido, yo hilvano buscando su sentido…
La que me saca dormida de entre las sábanas y me pierde en las avenidas de su hermoso sentimiento.
Magullo puños, silencio labios, hiriéndome la piel en un sueño, sangrando mi corazón en su ilógica agonía, en ese último suspiro del silencio…

Entre su paso y el mío,
hay un espacio cerrado
se acerca, me acerco,
nos acercamos…
prestándome mano y labio.

Mi pluma es esa dama que yo llamo inspiración, que bulle en mi corazón y la tinta que de ella brota tiene color de mi sangre, porque en ella se engendró.