Sueño y Vuelo, aunque me caiga luego...

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Corramos... Hay que salvar el planeta.

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La Tierra

La Tierra
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miércoles, 15 de julio de 2009

Hay un Eco.


Desde que te conozco, hay un eco en cada hueco que repite tu nombre; en las ramas altas, lejanas; en las ramas que están junto a nosotros, se oye. Se oye como si despertaras de un sueño en el alba. Me respira en la piel, se mueve como se mueven las gotas del agua, y me transpira. "He aprendido a decir tu nombre mientras duermo”. Lo he aprendido a decir entre la noche estrellada, junto a tu nombre el dolor es una palabra extraña, el se va y tu nombre me deja iluminada.


Es muy difícil explicar por qué estás enamorada, tan difícil como saberlo a ciencia cierta, pero, hay algo que lo hace tan natural que sobra la razón.


¿Será por su mente? Está llena de ideas y sólo quieres que nunca se termine la arena del reloj que vuelco y me engaño, para que nunca acabe de contarme cuál es su manera de ver el mundo.


¿Será por su valentía? Su forma de luchar contra la nada cotidiana, su manera de perseguir lo que desea aunque no sea lo que debiera, su fuerza a la hora de mostrar sus sentimientos.


¿Será por sus manos? Son mapas, son calor, son quitamiedos que dan forma a las cosas.


¿Será por sus abrazos? Incienso, chimenea, cobertor, calidez, cobijo.


¿Será por sus impulsos? Pasar el día en la playa, querer verme en medio de la madrugada, llamarme a todas horas, mostrarme el corazón en la lejanía desde las alturas, contarme miles de historias sentados sobre paisajes y riscos altos dominando la ciudad y con las piernas suspendidas en el vacío, confesarme que es buscador de tesoros en el alma, hablarme de la guerra, de las miserias y de los dolores internos.


Un día llegó de improviso como los vientos de la primavera, sin aviso, libre como los sueños y los días, con su mirada triste, dura y tierna, mojándome el rostro como una penetrante y silenciosa llovizna inundando mi cielo azul y alto de libre gaviota, como una ceremonia, se asomaba a mis ojos y miraba mi vida, con un mirar hacia dentro que me comía a puro golpe de carcoma.


Después otra vez sus ojos tristes polvosos de olvido, color bruno, era como mirar a un cóndor trepar los andamios de la altura con sus alas pintadas de noche y de infinito.


Después me mira en sus adentros en medio de un silencio largísimo con todo el cielo encima y el viento quieto.


Me sonrío y doy gracias por tenerle cerca, aunque creo que a veces he intentado ser realista, pero me he dado cuenta de que la realidad es ésta, que el cariño queda siempre cuando es sincero, en este mundo que intenta guardar todo en cajones etiquetados, medidos por relojes de los que nos burlamos desafiando diferencias horarias insignificantes, distancias eternas y campañas pronormalidad, él sigue dejándome el asombro asomando a los ojos y una larga espera para poblarla de palabras, es un gran misterio, como un viento por el viento, como un largo escalofrío.

Uniendo Cielos.


Estoy tan lejos de las palabras

que se me rompe la poesía

entre las manos y los labios…

las palabras se me cuelgan

y me quedo muda,

dejando el alma

perderse en la distancia,

quisiera tirar de ellas

tirar tirar, hasta romper tu nombre

y sacar de él amor a borbotones…

Me llevas el alma en tu mirada,

como vital condena

cautiva en un pecho

que estalla y explosiona

de amor por todo y entre todas las cosas,

que aspira al aire incierto

de la marea blanca de tu aliento…

Por ti voy,

y uniendo cielos vengo

y en tus ojos me detengo,

y habitaré en ti para que sientas

lo que yo siento,

Tormenta que ruge

en la cárcel de tus ojos

en la prisión de tus labios

en la cadencia y la nota,

en la pasión que derramo en mis versos…

martes, 14 de julio de 2009

Sobreviviente...


Soy de aire y agua como la tierra,

He muerto seiscientastreintaidos veces,

A las puertas de una madrugada,

Sobrevivo en cada nuevo latido

Que zarandea mi ternura,

Subsisto en vuestro aliento

Y casi sin darme cuenta,

Me tiráis de los brazos,

Me besáis en la nada,

Me amáis y me sacáis de quicio.


Soy de fuego y piedra como la tierra,

A veces me entierro en mi memoria

A una profundidad de seis metros

Y trago tierra amasada con lágrimas y saliva.


Soy de hambre y humo como la tierra,

Con raíces profundas que nadie descubriera,

Pero allá en lo más hondo… me siento tan tierna,

Que maldigo con aguaceros de ojos derramados,

Demostrarle al mundo irremediablemente,

Mi sentir en jirones versados

Frágiles y desgarrados.


Porque Mundo, yo, sobrevivo…

Y algún día Amor por todo y entre todas las cosas, estallarán de calor las granadas de los huertos y se abrirán los pétalos de los azahares; será visible el mar desde casa y ondulara la arena sus cabellos de doradas algas, entonces tú, amor, volverás a nosotros... a los que estamos y hasta al último que llegue de los últimos...