Hoy en el hospital, se me agravó tu recuerdo, se me escapó el llanto entre las pestañas, velándome la mirada, luego de secármelas, apareció la espera intercedida de silencios.
Tuve tiempo para navegar sin rumbo por mis pensamientos, sin embargo tu presencia reventaba las nubes en la ventana, ha hecho un sol de escándalo, en cambio, ha llovido tristeza desde las córneas de mi océano y ese silencio se ha llenado de voces calladas y de sonrisas sin gestos.
Tempestades amenazaron mis ojos de verde húmedo.
Y las manos, vacías, siembran caricias sin tacto, y parecía que todos los caminos se rompían bajo un vendaval de ausencia, y no sirven los ojos para mirarte el rostro, se balancea la voz en medio de la impotencia y de la rabia.
Hoy te eché tanto de menos…
Pero ya aprendí que la boca también sirve para pronunciar palabras calladas y que el corazón es un mago y sabe hacer pentagramas de abrazos y que se hace valiente resguardando el cariño para mostrarnos siempre el lado oculto de la esperanza, esa que destila y expulsa la rabia después de guardar el luto y el fracaso…
Hoy a pesar del llanto, el silencio y tu falta, te sentí a mi lado y me llenaste de amparo…