Qué complejo es el cerebro humano, con la máquina tan perfecta que dicen que somos, como es posible que si es verdad que nos crearon, se les haya olvidado “el libro de instrucciones”- bueno es una pequeña broma- Pero estaría bien ¿No?
Mi padre murió hace dos años relativamente joven, de Alzheimer , a veces cuando estaba a su lado, sentada en el banco de la terraza de mi tía Milagros, lo miraba porque me parecía ver que me estaba observando, pero su mirada se posaba perdida en mi cara., yo creo que abandonó el presente y se mudó a su pasado, decía que vivía en la casa que vivió de niño con sus padres y otras veces de repente pronunciaba mi nombre y sus ojos se vidriaban, y al instante antes de que a mi se me iluminara la mirada, ya me preguntaba mi nombre y que a quien esperaba… y luego sin esperar respuesta... un silencio inmenso…
¿Cómo pueden barrerse con tanta precisión de la memoria los tiempos vividos?
¿Cómo era posible que viera una foto de su infancia y le atacara el entusiasmo y en cambio no reconociera a mi madre ni a su propia casa?
Al principio solo fueron retazos en blanco, como si una goma de borrar actuara solo en algunos tramos, luego cuando paseábamos de la mano, me la apretaba tanto que me hacía daño y en forma de pregunta como si no estuviera seguro, repetía mi nombre, a veces suave y otras a gritos, como si temiera que me escapara por los surcos de su memoria.
Pronunciaba el suyo durante varios minutos, bajito y seguido como un niño intentando no olvidar algo, o para resguardar su identidad… qué horrible debe ser no saber quien es uno mismo, no reconocer los rostros a los que has cuidado y amado y te amaron, qué dolor infinito perder sin haber perdido, qué impotencia más honda.
En sus ratos de lucidez, su único temor era dejarme sola, en ocasiones me preguntaba por mi estudios o mi trabajo y en otras me decía como cuando era pequeña “Mi niña, ¿has terminado los deberes?.
Es tan doloroso seguir el paso de quien se pierde…
Las puertas del presente se le cerraron para abrir de par en par las del pasado, el más lejano…
¿Cómo es posible que no se hayan detenido ninguna de estas primaveras del recuerdo, para acompañarlo en el invierno? Se desgranaron una a una como un rosario mágico…
En mi casa nunca se rezó el rosario, mi padre era incrédulo y mi madre aunque crédula, se hartó de que las súplicas a todos sus santos para acabar con los celos de mi padre cayeran en vano, qué se le va a hacer, mi madre llevaba su belleza colgada de los hombros, como los esclavos sus cadenas… Pobre mi madre lo que aguantó a mi padre, para que al final, fuera a la primera que no reconociera, con lo enamorado que estuvo siempre de ella y de eso doy fe…
Mi padre era un tipo muy fuerte, alto y delgado, moreno de ojos verdes como la hierba fresca, con una sonrisa de artista en los labios y cantaba muy bien flamenco, pero sobre todo, era muy justo, honesto, cariñoso y generoso, pero claro no era perfecto y su defecto es que era un tanto celoso…
¡Cuánto ruido guarda la memoria! para luego quedarse tan silenciosa…
Lástima que en el manual de instrucciones, no se pueda subrayar con un lápiz definitivo que nunca se borre, y que aunque acaben los días y con ellos la vida, no tengamos memoria del olvido…