Sueño y Vuelo, aunque me caiga luego...

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Corramos... Hay que salvar el planeta.

Corramos... Hay que salvar el planeta.

La Tierra

La Tierra
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jueves, 28 de enero de 2010

Y era martes



El agua corría a chorros desde los cuellos del anorak de Juan y Sonia, como si este fuera la propia lluvia.

Sonaban las campanas como si protestaran de tanta agua…

Diluviaba…

Al caminar, los pies de uno lanzaban agua a los pies del otro, charcos como mares… en las avenidas, en las plazas, en las calles…

Solos, caminaban bajo la lluvia, solos y sin paraguas…empapados y sonriendo caminaban a la reunión del comité, ambos ilusionados, Juan le retiraba el pelo chorreando de la frente a Sonia de vez en cuando…ella, con los labios mojados sonreía mientras bebía el agua del cielo que entre dientes y sonrisas se le colaba por las comisuras.

Caminaban resueltos a encontrarse con la guerra laboral, pero con la sonrisa puesta y la gana abierta.

Mi padre me dijo que tu abuelo era muy valiente-dijo Juan-

Sí, así es, y mi padre también-contestó Sonia-

Juan sonríe.

Sonríen los dos.

Ella lleva en su bolso pliegos de alegaciones firmados.

Él lleva otros, llenos de pactos.

Sonia mira a Juan y Juan no deja de mirarla…

Llueve, el camino hasta el destino es largo y con obstáculos, pero están llegando.

Llegarán a la dirección que se han trazado. Ya han empezado a vislumbrar entre la cortina densa de agua que cae, los laterales del tejado de la junta “unida” de trabajadores, y diluviando, pero luchando…

Y era martes y el temporal improvisaba el horizonte imprescindible…

lunes, 25 de enero de 2010

Javier.

En un rincón del cementerio, alejado de su tumba, recordó aquellos primeros besos que se dieron, el sonido de su voz susurrando te quiero, en los oídos inocentes, el color de pelo rubio brillante al sol esquivo de la tarde en el crepúsculo, mientras los niños corrían a sus casas para cenar.
Y pensando en aquél amor imposible, truncado por la muerte repentina y miserable... aquel amor que guarda y que ahora escribe sabiendo que sus pupilas aún en descomposición, jamás habrán de leer... y en un rincón del cementerio... lloró Javier... Mientras ella, ajena, con sus cabellos de oro derramados en la bruma... se iba sonriendo locuela... sin percatarse de su llorar de espuma...

martes, 19 de enero de 2010

Corazón, Corazón...


La culpa es... la culpa es de tener un corazón, esa bomba en el pecho que late, donde la mano del sueño, mece la voz del canto, corazón grande, corazón mío, que llevas volando tus notas bajo los vientos y destilas tu esencia en el silencio...

Canción del corazón que navega en los sentidos llevando su propio son, no hay música más dulce y nada sabe tan bién, que oírla en los adentros...

¿Quien no escribió algún latido de su propio corazón?

Corazón que ayuda sin pedir nada a cambio, que con su nobleza progresa a diario...

Nada pesa tanto como un corazón cansado,
y ese corazón, que está en paz y ve una fiesta en todos lados...

Quien no pensó que el problema del hombre no está en las bombas, sino en su propio corazón...

Ese corazón grande que ninguna ingratitud lo cierra, y ninguna indiferencia lo cansa...

Ese corazón que produce momentos inigualables, inconmensurables, que no pueden ser explicados por los símbolos conocidos como palabras, que solo pueden ser pronunciados con lo ineludible de su lenguaje... Corazón grande...

Quien tiene un buén corazón, nunca es estúpido,

y bien sabe que a medida que las arterias se endurecen el corazón se ablanda y que lo mejor del mundo y el universo, solo se ve con él y no con los ojos,

y que está lleno de cavidades que incluso él desconoce, hasta que el dolor se las descubre...

ese que grita cuando la mente le dice que se calle, y que luego hace que lo que hoy siente, mañana lo entendienda su cabeza...

Corazón que para tener la tierra antes tuvo el cielo,

la culpa es... la culpa es de tener un corazón, que late dentro del pecho...y que no quepa de grande...