Sueño y Vuelo, aunque me caiga luego...

Sueño y Vuelo, aunque me caiga luego...

Corramos... Hay que salvar el planeta.

Corramos... Hay que salvar el planeta.

La Tierra

La Tierra
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jueves, 4 de marzo de 2010

Volá , Volá

"Allí,

allí es donde puedo tocarte,

con los dedos del aire,

y millones de palabras

susurran en este silencio

para poder hablarte,

ponte las alas

y volá, volá conmigo ya,

Tenderé una alfombra rosada

en el paseo de la locura

y súbete a los labios descomunales

de mi ternura,

y nacerás cuando empieces a morir...

a mi espera pertenece tu nombre,

volá, volá, conmigo para siempre."



miércoles, 3 de marzo de 2010

Un día de Noviembre


Era un día reluciente de principio de Noviembre, esos días que llevan una placidez de hojas de otoño que comienzan el trayecto de las ramas al suelo, cuando las tardes se acortan y las noches se alargan. Yo estaba sola en una celebración de arte, y parecía estar buscando a alguien, estaba lleno de poetas, escritores, artistas varios... había sido invitada por alguien a quien ni siquiera había visto antes, sé que le conocía pero no tenía su imagen, en una de las mesas abandonadas por el ir y venir de la gente, sentado, había un chico, tenía la mirada huraña, de quien mira todo de un solo golpe, de pronto sus ojos encontraron mis ojos, se miraron nuestros ojos.

Mas tarde al sentarnos a la mesa un poquito retirados, no comía nada, solo miraba, parecía querer llevarse mis ojos a alguna parte… entonces le dije ¿no tiene hambre? Para ver si así, dejaba de mirarme.

Su respuesta fue de lo más original: “cuando alguien tiene el pensamiento cautivo, no siente el hambre” su mirar se fue achicando y sus ojos se tornaron aún más si cabe, negros como la noche.

De repente me vi en otro plano, sentada en una silla roja de terciopelo, los objetos y las personas se movían a un tiempo y me sentí aturdida, parecía que aquella silla me mantenía elevada observando el naufragio de los otros. Él estaba a la orilla de una playa. Me sacudí o me pellizqué y vi como nadie se percataba de todo aquello, todo el mundo se reía, comía, hablaba y él solo me miraba, sin poder apartar tampoco mi mirada. De pronto él, se levantó para marcharse y al pasar se acercó a mi oído y me dijo: Los días deberían siempre tener la tonalidad de tu cabello, la forma de tus labios, la intensidad de tus ojos, son como pájaros que vuelan, y que un día, espero no muy lejano, se pararán a oír mi corazón acelerado… buenas noches poeta extranjera.

lunes, 1 de marzo de 2010

La Rebeldía del Romanticismo..


En todos los tiempos se ha mantenido en la humanidad el interés por dos grandes temas: El amor y la muerte; aunque en tiempos atrás podrían haberse manifestado como dos grandes tabúes, estos, han ido incrementándose en la atención de los hombres y han ido tomando fuerza vital en su vida.

La muerte está presente en la vida como algo a lo que nunca te acostumbras pero que asumes con naturaleza, el amor, presente en cada paso que avanzamos, lo esperamos encontrar en cualquiera de sus formas.

El ser humano asocia amor y muerte, como dijo Goethe, el amor atrae al ser humano romántico, como una vía de conocimiento, sentimiento puro, fe en la vida y cima del arte y la belleza.

“La muerte de amor es vida, y la vida sin amor es muerte”; Sobre ellos, se encarna toda la rebeldía romántica.

Realmente hace falta valor y coraje para escribir sobre el amor y la muerte y hace falta tener un gran concepto de ambos para decir algo nuevo al respecto, no sé ni cómo me atrevo, pero no es nada nuevo... desde el inicio de los tiempos, pocas cosas han interesado al hombre más que el amor, sin embargo no somos capaces de definirlo y no se puede explicar a ciencia cierta, porqué se relaciona tanto con uno de los temas prohibidos de nuestro tiempo, la muerte, quizá sea porque el temor a la muerte se pacifica con el amor a la vida, nos adaptamos a la muerte por medio del amor, éste nos alienta a vivir siendo el motivo para hacerlo, sabiendo que al final del camino nos espera la muerte.

Morir es fácil, puede ser tan sencillo como tirarse por una ventana, pero vivir todos los días tratando de cumplir una ley de amor, es lo que hace al hombre vivir cotidianamente y olvidar a la muerte gracias al amor, por amor es capaz de hacer cualquier cosa, hasta enfrentar a la muerte riendo y cantando. Quizá por eso, ambos van tan unidos.

El amor es una fuerza tremenda que arrastra las cosas y las mantiene, y la muerte nunca acaba con el amor.” Oh tú, sólo la muerte podía arrancarte de mí; tú no puedes ser desgarrado de mí ni siquiera por la muerte" (Píramo y Tisbe).

Entre éste y ella, hay una afinidad espiritual, establece un vínculo fuerte, noble y puro, natural… ninguna circunstancia formal lo afecta y aquél que lo sabe no sufre, quizá por eso, el hombre cree en las historias de grandes amores, con finales de muerte… y los poetas, le pusieron la nota trágica y hermosa.

Romeo y Julieta, Los amantes de Teruel, Tristán e Isolda, y algunos pocos más, famosos, y los que no…

Dos temas universales indisolublemente enlazados al hombre, y objeto de profundas meditaciones desde que el mundo es mundo.

Amor y muerte surgen como un hito fundacional en los momentos en que la mano del alma alcanza a rozar lo absoluto; sumergirse en amor y muerte, en soledad esencial pero en comunión con otro, presente o ausente, es lo que en un principio hizo posible que existieran como fuentes y desenlaces de la vida. "Morir de amor", que es una de las formas de esta relación, puede darse como fruto de tocar lo paradisíaco, o como resultado de la tragedia del sueño amoroso. "Amar hasta la muerte", otra vertiente del arrojo del amor, conlleva la fuerza de vincular este absoluto a otra experiencia absoluta, de manera que alcance una sublimación con visos de eternidad. En el amor frustrado, la muerte es una redención en la que nos hundimos como esperanza. La muerte, transfigurada por el amor, es una vertiente de vida. De vida eterna. Así también, constituye una palabra dirigida a quienes viven, de que no teman a la experiencia que funda; que no la banalicen tampoco. La respuesta debe ser la veneración de la palabra, del verbo. "Estando ausente de ti/ ¿qué vida puedo tener,/sino muerte padecer/la mayor que nunca vi?" (San Juan de la Cruz, "Coplas del alma"). En su acepción original, el mito otorga sentido a la relación entre el amor y la muerte.

En realidad, el amor no está condenado a ser extinguido por el transcurso del tiempo, aunque su experiencia surge vinculada a una temporalidad, que generalmente es menos que lo que "resta de vida". Pero en ese a veces breve transcurrir, existe un vínculo que nos abre a lo perenne que es casi lo mismo que la verdad. Este es el descubrimiento esencial de los amantes cuando en un momento de éxtasis amoroso prometen amarse "hasta que la muerte nos separe". Es el momento breve y eterno que funda la relación entre amor y muerte. Después de todo/ nos volveremos a encontrar/ Después de todo hay tantas y tantas tierras… En otro lugar/ lejos de esta tierra y de su tiempo/ espero tu rostro/ en donde están todos los rostros que he amado" (Jorge Teillier, "Después de todo" esperan ver de nuevo los rostros que le inspiraron amor, después de la muerte, y esto no es que lo diga yo, está escrito y sabido en todos los tiempos.