Sueño y Vuelo, aunque me caiga luego...

Sueño y Vuelo, aunque me caiga luego...

Corramos... Hay que salvar el planeta.

Corramos... Hay que salvar el planeta.

La Tierra

La Tierra
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domingo, 20 de noviembre de 2011

Recuento


Yo he leído cada mirada tuya  y he reído cada sonrisa de tu boca,  he sumado las chispitas y los relámpagos  de tus ojos negros y tú, has contado cada una de mis pecas sin tocarlas siquiera, es insólito  como sabes  los lugares de mis tatus y mis piercing-y nunca los has visto, (será en tus sueños)  y como yo interpreto cada una de tus palabras (encubiertas en papel  de celofán como papelillos de carnaval)  y como tú cuentas las estrellas  de mi hombro y sus destellos… Y sin embargo, no ha habido tiempo suficiente para mirarlos ni contarlos,  ni a la luz de la luna ni en las luces del baño.. pero si en las brazadas de cruzar un sueño a nado o desplazarse en las luces del espacio... 

lunes, 14 de noviembre de 2011

Reconocerse.





Este poema  no sé de quien es, lo recuerdo como de un poeta antiguo, de los buenos poetas, pero no sabría decir quien lo escribiera, y me ha gustado tanto y me ha recordado a alguien,tanto, que me ha dado la gana de ponerlo aquí para que se reconociera en la "Nada" .



Juegos de pasión
Ilusión desbordante,
Un cigarro,
Después
Fuego, dolor, sangre,
Zumo de limón,
Vinagre.
Aun me acuerdo
De cuando fuimos amantes
Silencio, sosiego, tiempo
Después ... "Nada"
Ni un simple recuerdo.

sábado, 5 de noviembre de 2011

ME GUSTA QUE LLUEVA.


Estaba dormida frente a los sueños revueltos, la cama deshecha, la lluvia golpea la ventana con su voz poderosa cuando cae con ganas-ella sabe que me gusta que lo haga- de un salto, abro los ojos, también la ventana para echar medio cuerpo a los océanos del cielo, vistiéndolo con besos de agua …

Arriba los callejones de nubes marcan el firmamento como un techo de grises plomos diluidos por el suelo, dándole forma líquida a todos los espacios, sin barreras ni medidas, como una melodía agrupada en millones de notas sobre la soledad y el silencio de las aceras.

Una oscuridad temprana reina sobre los tejados y las azoteas, algún rayo ilumina posiciones inciertas entre las nubes dominantes que se arrastran por el cielo, un frescor húmedo se aloja en los gestos detenidos, los árboles cimbreantes le dan vuelo a las hojas que pululan por el aire, se abre ante mis ojos un espacio sin paredes, agua, agua y agua…

¡Qué me gusta la lluvia! Desde siempre, de niña me iba a la calle sin paraguas y saltaba sobre los charcos, me gustaba regarme el pelo, la piel, la boca, la mirada, la esperanza… sentir la caricia del agua, ese impulso de bebérmela, de atraparla, esa plenitud de alzar los ojos cerrados al cielo y las manos abiertas, sintiendo su música, el latido inmenso de la naturaleza.

Qué sensación más placentera de libertad, de rebelión de gotas que desbordan los cauces, la mente, la euforia… la frescura de una tormenta que me ha despertado generosa, para regalarme su belleza.