Sueño y Vuelo, aunque me caiga luego...

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Corramos... Hay que salvar el planeta.

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La Tierra

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lunes, 30 de julio de 2007

Memorias_ Relato.



Memorias que súbitamente en un círculo de luz sobre la mesa, revela el extremo de un cenicero, una taza completa de color café, un lápiz y su hoja de papel con un texto aún desconocido que al contacto cálido de la dormida memoria, besará la corta blancura de mi escritura.

Y así abandonará su estado anterior de invisibilidad para adquirir presencia, cuerpo, densidad, como una espuma que se hace memoria en las arenas del alma y la llena a veces de tristeza y de sensual recuerdo en las pupilas y en la boca, dejando la belleza de antaño como un tesoro en las manos locas del escritor o del poeta..

Mi tío me llevó a su destartalado despacho, mi padre le esperaba ya en su interior hacía rato, en silencio uno al lado del otro vagábamos en nuestros pensamientos_ él serio ni me miró_, yo molesta, le daba vueltas al asunto de porqué no podía hablar en sus reuniones de negocios, si me llevaban por su propia voluntad_ el pasillo se hizo interminable_

Al entrar mi padre que estaba de espaldas a la puerta se giró y me miró con una mezcla de dureza y dulzura a la vez. Yo estudié su rostro, de expresión cándida y serena, hábiles para acaparar mi atención y mi conformidad y sabía que solo con esa mirada yo accedería en ese momento pero también sabía por previo conocimiento de mí misma que en el mismo acto de los hechos no me dominaría, él también me conocía.

--Marta siéntate y escucha con atención, no voy a dar mi brazo a torcer-

-Pero es injusto, yo me siento preparada para poder opinar en los consejos, hace años que llevo vuestros negocios, o es acaso porque soy una chica joven y sincera? _Pero qué teméis? No lo entiendo.

Guardé silencio antes de que mi tío me señalara los labios con el índice para que lo hiciera.

Princesa no te he traído aquí para que alardees de tus conocimientos, de momento oye y guarda silencio, ya tendrás tiempo de opinar, aún eres muy joven y eres la única mujer que asiste a los consejos, que dicho sea de paso, está formado por chapados viejos, este es un trabajo de hombres y por ahora solo eres una anomalía, tu oportunidad vendrá más adelante.

Ah y cuando empiece el consejo_ siguió diciendo_, siéntate bien, pon atención y si surge alguna broma o hecho jocoso, no te rías con tus acostumbradas carcajadas, y nada de palabras malsonantes, no hagas alarde de tus conocimientos, si, ya sé, tienes más que incluso yo, pero solo tienes 20 años y alardear no está bien_ y por supuesto no menciones ninguna de tus actividades sufragistas y compórtate como una señorita.

Mi reacción, mi padre ya supuso cual iba a ser, él sonrío y con un gesto como esperándolo, oyó mi sonora carcajada, estruendosa, agitando el destartalado despacho, al mismo tiempo que oyó _diablos tío_ vaya perorata me has lanzado en un” pis-pas sin parar de reírme.

Para empezar ya había violado la primera regla, Eché una mirada a mi falda arremangada y la muy impropia posición de mis piernas, lo mismo podría decir de la regla número dos, la estruendosa carcajada y la tercera la palabra malsonante, la cuarta estaba en camino.

Fruncí el ceño Pero ¿qué demonios estaba pasando?

Acaso las mujer no puede hacer las mismas cosas que haga un hombre?

“Lo demostraré”.

Con la boca seca, contemplé enojada la escena en busca de los ojos de mi padre que no hizo alarde de disuadir a mi tío Emilio, mis dedos nerviosos jugueteaban con uno de mis rizos que se había escapado de la pinza que lo anudaba en la nuca, el piso se elevó del suelo y sentí una asfixia que me hizo estornudar, totalmente enojada exclamé _ bien ya que no me necesitáis me iré_ me alisé el pelo, arregle mi chaqueta, aleteó mi nariz y entrecerré los ojos dominando la violación de la tercera regla al no soltar un grosero ¡Ajú que asco¡ con la punta del zapato azoté la puerta y la traspasé.

Aquél acto de discriminación me puso furiosa, tanto que apresuradamente salí a la calle y me tropecé de bruces con un cuerpo de traje azul del que por su altura solo pude alcanzar a ver su pecho, su corbata pulcra encima de una camisa de un azul pálido que me resultó algo pasteloso, alcé los ojos llenos de furia exclamando- ¿no mira por donde anda? ¿Será Bruto?

_ y usted señorita siempre lleva tanta prisa? con una voz profunda y sensual de acento extranjero y una sonrisa medio burlona que me enardeció aún más. Levanté los ojos y retrocedí un paso, jamás había visto semejante mirada, intensa y penetrante. Me miró a los ojos durante unos instantes y me sumergí en unos ojos negros como la noche del desierto, de pozo de carbón de mina, sentí mi alma allí reflejada y salí despavorida sin pedir una sola disculpa, al tiempo dijo algo en un idioma que parecía árabe y después añadió_ No soy bruto, soy Omar_ supongo que sería su nombre, soltando una carcajada.

A grandes zancadas y con prisa porque le esperaban, Omar, anunció su llegada a la secretaria de mi tío, esta le abrió la puerta algo impresionada y se quedó viendo los saludos de los hombres que iban llegando, aún faltaban unos cuantos por lo que mi padre le sirvió una copa a Omar y charlaron trivialmente del tiempo, del calor de la ciudad.

En un momento Omar se sonrío y dijo en alto aunque sin esa intención _ dichosa muchacha, llamarme bruto, nunca una mujer me lo había llamado y menos en mi país_ , (Omar era Egipcio).

Mi tío y mi padre se miraron con cierto temor en sus ojos, creo que a los dos se les paso mi imagen por la cabeza, se movieron algo nerviosos en sus asientos y no dijeron nada, mejor no.

Entonces él dijo- esa muchacha salía de aquí, la conocéis?, es rubia delgada de pelo largo y mirada felina y parecía muy enfadada.

Un silencio llenó el espacio, ese que se necesita para pensar ágilmente ( mi tío y mi padre) que le responderían, a saber que le habría dicho la malcriada y regalada de la familia) los susodichos se miraron en silencio como echándose la culpa uno al otro, me imagino su coloquio mental-(Si no la hubieras consentido tanto, si hubieras tenido tus propios hijos para no malcriarme a la mía) mi tío no se casó nunca, una mujer a la que amó mucho le dejó por otro, se casó y se fue a Barcelona, no volvió a tener otra novia, al menos seria, -mi tío- pues que vas a decir tú si te tiene comido el corazón viejo regañón-

Ah se refiere a… bueno no sé de quién puede hablarnos, de aquí salen chicas que -se dedican a vender nuestros pisos,- dijo mi padre- aunque también pudo ser mi hija,

No tiene importancia- contestó Omar- solo que me llamó bruto jajaja,

en ese mismo instante mi tío y mi padre pensaron al unísono- condenada niña, ha sido ella- .

A la mañana siguiente mi padre me citó en la biblioteca de casa, por lo que me dijo mamá, que quería presentarme a un colaborador suyo extranjero que se asociaba con él para las obras fuera del país.

Llamé a la puerta y la voz de mi padre – si Marta puedes pasar- eso jamás lo hacíamos si no había visitas, yo entraba donde quería por mi casa sin llamar, pero supuse que era mejor así.

Dije buenos días sin mirar apenas al visitante y besé a papá, éste giró hacia el hombre del traje y dijo:”Omar esta es mi hija Marta”, al girarme y mirarle tuve la sensación de haberle visto antes, pero no le presté más atención, puesto que me la llamó más el gesto de él, al mirarme detenidamente a mí.

Los ojos del desconocido se abrieron de par en par y sus negras y arqueadas cejas se unieron, lanzándome una siniestra mirada de ironía y burla- seguidamente dijo- no, señor de La Prada, soy Bruto, sin mirarle y mirándome directamente a los ojos al mismo tiempo que me tendía la mano- yo muerta en pie- recordé entonces donde le había visto antes y pensé a la vez que tendía muy lentamente la mía- el de los ojos de mina de carbón- y me puse colorada hasta la raíz del pelo, a la vez que al verlo, él, soltaba una sonora carcajada.

Nunca me sentí tan avergonzada, pero me las iba a pagar claro que sí, -ah menuda yo-
-Y tú quien eres? ¿qué haces aquí bruto?- mi padre pestañeaba- y Omar sin hacerme caso a las preguntas soltó mi mano, miró a mi padre y dijo, señor ya encontré a la chica por la que el primer día le pregunté, la de la mirada felina y muy enojada.

Mientras yo hacía lo que siempre me caracterizaba cuando me ponía nerviosa-menos mal que él no lo sabía- me enrollaba un mechón de pelo en el dedo índice.

Mientras él me miraba con una mirada de terciopelo negro desde lo más alto de mi rubia cabellera hasta la punta de mis sandalias ¡ qué grosero¡, pero mis ojos lo recorrieron al mismo tiempo, llevaba unos pantalones oscuros y holgados, deportivo y elegante con una camiseta blanca , tenía una presencia imponente que lo diferenciaba, su cuerpo era atlético y armonioso- entonces mi padre dijo- Marta di a mamá que Omar se queda a comer- miré a mi padre con una mirada de pantera agazapada- di media vuelta y salí dando un empujón a la puerta en vez de abrirla, mi padre, – esta niña moviendo la cabeza, es tan rebelde- Omar sonreía.

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