Déjame que te diga que existo...
Que ya no entiendo el eco
Porque estoy recostada en tu memoria,
Vestida de mujer...
En tu carne incendiada
En tu hoguera de agosto, solicitando lunas.
Que tu cuerpo es la roca
De mi eterno refugio,
Que tus mejillas de pronto...
Supusieron orillas
Donde solo navegan los dedos de mis sueños.
Que soy una llama
Que se quema en sí misma,
Que el cauce de tu corazón
Es tan solo un canal,
En donde yo penetro.
Que tu amor es el móvil
Que bebió mi locura
Y que allí entre tus dos manos,
Abrevian las horas.
Que mañana si existe,
En cuanto amanecieron
Tus dos brazos desnudos,
Para abrazar la aurora
Como la curva limpia,
De una ola sin agua.
Que tus manos fueron vidrios,
Que acariciaron mis ojos
Que me quiero en los tuyos
Que tristes he imaginado
Y en tu mirada larga y paciente,
Déjame que te diga, que existo.
En el lugar del aire...
Que tú solo conoces
Clavándome en la nuca,
Alfileres de besos
Sobre la orografía
De la pared del ansia.
Déjame que te diga
Que no te digo nada,
Porque ya he enmudecido
Masticando tu nombre.
Por eso mi corazón al aire
Se diluye aterido...
Por un siglo de asfixias
Aunque después ocurra...
Que mi voz siga aullando
Detrás del universo....déjame que te diga...
QUE EXISTO.
Este poema es mágico, sumamente hermoso, me lo quedo en mis recuerdos, un abrazo.
ResponderEliminarMarcelo.