
Aluviones de deseos confluyen en la pasión de tus palabras y tu voz cuando las canta, es fuego que entra en mis oídos, bajan a mi garganta, visten mi piel, la va quemando y la arrasa.
Yo, con la luna en la cabeza, ya toda me despierto con mi cuerpo convencido y estar siempre contigo, temiendo que tú, como mar embravecido arrastres mis sentidos y te lleve ya sin remedio a la orilla de mi alma.
Tú coleccionista de pasiones me sacas de mi larga espera y me sacas de la calma y deshaces en tus manos cada palmo de la escarcha que asentada invadía todos mis páramos.
Y de fuego enardecido emerges como río ardiente de lava que para siempre me deja enlazada allí en tu alma.
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Huellas.