
Mi corazón en vez de buscar la amnesia,
agarra tu imagen y se aferra a ella,
no sé explicar lo que es, solo sé que la carga
no se puede medir, ni siquiera pesarla,
se lleva dentro del pecho
y te aplana…
porque quisiera y no es, llegar a tu tiempo
en una de tus tardes y quedarme,
y me veo en mis sueños buscándote
entre el vociferío, en un ir i venir de pasos
resonando sobre el firme y la grava del suelo,
viendo mis ojos asustados buscando los tuyos,
por encima de un laberinto de voces en un sitio desconocido.
Oigo mi voz gritando de mil formas distintas tu nombre,
a la vez que sentía mi desamparo con un llanto de muñeca rota,
hasta que por fin, mis lágrimas las secaron tu boca,
y que alivio para mi corazón, sentir aquella sensación,
fue verlos y saber que no habría otros en el mundo que me besaran mejor,
y te miré largamente, pidiendo que hicieras eterno aquél momento
y sentí que era mi sueño, el eterno…
Me cogiste en tus brazos con la misma dulzura
con que se sostiene un pájaro...
empiezan ya a apagarse las luces en mi sueño
y la luna en todo su esplendor, se asoma misteriosa, redonda y amarilla
por las ventanas de mis ojos,
viéndome a solas en mi habitación.
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Huellas.