
¡Qué bien supiste la fuente¡
donde manaba y corría mi vertiente…
ayer el mar como verde que aparece,
hoy la galaxia roja y dorada del firmamento
que me cuenta su secreto,
alguien canta mientras tanto,
tres veces triste y una contento,
al ave que no rompe su silencio
sin contar con ella, para el proyecto,
andando un camino sin regreso
en medio de los astros y los vientos,
acunando su vida como una letanía,
que vela y adormece la mía,
acunada en los brazos de tanta maravilla,
llorando, riendo, creciendo,
viviendo sobre la vida,
siendo, siendo,
como luz que cruza el cielo,
como inacabable respuesta,
como el sí de madrugada,
que ha soltado sus amarras.
Que bien se yo la fuente cristalina,
en la que pierde la mirada del amor su lejanía,
aquella que me refleja el rostro
del amado sin medida...
Y el corazón… canta,
se hace la noche esperanza
y el alma por la galaxia,
escapa escapa…
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Huellas.