
A veces las palabras matan, suben y bajan
Dentro del alma, en cambio en esta historia,
Las que mataron fueron su falta.
Quizá fue tu palabra
la que faltó
como falta el instante
de sol en la nube
cuando llueve,
y llovió,
y no hubo paraguas
ni sol,
como antídoto
de un día gris o marrón.
Se inundó la espera
anegando el corazón,
caló mis huesos
en las orillas desiertas de palabras,
que se llevó la brisa
al océano gélido
que se levanta,
cuando la nieve
se deshace y se desplaza.
Y fue mi palabra la que asomó,
entre tanta falta,
¡auxilio, naufragio¡
que pernoctaron
en el alma del agua,
siendo clamor en la tormenta
y en mi garganta,
bebiendo de tu escarcha,
iceberg que me cabalga
de fríos versos sin palabras.
Si, quizá fueron las palabras,
las que se marcharon,
mientras yo te esperaba,
entre el atardecer del cielo
y la noche quebrada,
de puñales de agua,
dejando húmedas las madrugadas.
Y ahora, ya no es quizá,
Es verdad que es el silencio
El que habla y traspasa
Dejando mudas las almas.
Genial.
ResponderEliminarBellisimo poema.
Un placer leerte como siempre.
Marco.
ya sabes no tengo blog. Mi comentario debe ser así. Un besazo.