
Cuando el sol entra por mi ventana apenas nace el alba, sé que estás conmigo, porque formas parte de mi luz, hueles a sol, a madera, a polvo de estrellas a ternura inmensa.
Me besas con tu boca poderosa y en tu mirada me posas, formas parte de mi vida y aún no te viví, pero te agarras a lo poco que me alcanzas.
Unos pocos poemas, un teléfono, y nuestras palabras, sé que existes pero no sé si es solo mi deseo el que hace que mi boca al nombrarte se haga agua y calme un tanto mi sed de ti que me apelmaza.
Caminé por los imposibles de no estar contigo, pasear por las ciudades de la mano, y señores del amor en los hoteles ser llamados, contemplar el mar, ese mismo mar que contempla mi nostalgia cuando me quedo sentada mirando su infinito…
A veces con sol y otras cuando la luna refleja el llanto de un marinero por su amada sirena.
Sobre mi rostro el pelo alborotado suple a las manos que no pueden abarcarlo y de mi boca entreabierta salen los besos que nunca te he dado…
Mi mirada anda por tu ausencia, se hace eco de tu presencia y envuelve mi alma mullida, traspasable y solitaria.
Huye la luna y regresa eterna dejando su mensaje en un reflejo, mientras te pienso.
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ResponderEliminarGracias Gabriel, por leerme y por este comentario tan lindo.
ResponderEliminarBesos.