Por las ventanillas del bus
se colaba el sol, tan temprano…
un estrenado día le llevaba adormilado hasta su trabajo,
su sueño tenía olor a jazmín, azahar y sal,
el paisaje eran salinas y qué diferente el aire,
qué sabor en los labios
a brisa de atlántico,
a beso tímido, alejado, sin posibilidad de más…
se queda dormido mirando,
en la ventanilla derecha el mar, y al otro lado,
los trigales, rubia marea de un pelo largo,
hambre tostada en la era,
rumor de amapolas los labios,
y junto al trigo compitiendo en dorados,
estriados de verdes, los ojos de menta,
ojos soñados,
horizonte amarillo, atardecer verdeado,
instante mágico, abrazo de caracolas,
caricias de espuma y viento,
besos de sal y amapolas…
cierra los ojos acaparando la mitad
de las sensaciones que ha ido soñando,
papel en mano podría describirlas,
pero no… las olvida
los sueños no tienen letras,
y su memoria, hace tiempo que le ha abandonado,
solo es un inquilino en un pecho desacompasado.
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Huellas.