
aclamando sumisión de mi corazón ante ti,
me levanto todos los días
desde que te conocí.
Tú como dolmen sagrado y lejano,
estrella fugaz que no cesa de hacerme llorar,
blanco cisne que nunca cambiarás,
tú y solo tú.
Podré vivir lejos de ti,
Podré vivir sin verte,
Sin soñarte,
Sin tenerte,
Pero sin quererte?
Sé que la distancia y el tiempo
todo lo curan,
se que lo que unos anudan
otros desatan,
sé que mis ojos
no ven por tus ojos,
que tu piel no respira
por mi piel,
pero si hay un Dios del amor,
a él le ruego que en mi corazón,
trence un broche
con mi muda evocación
y que me beses con los labios
de tu alma,
porque de los otros,
aún tengo abierta la herida,
anhelo tus abrazos tiernos,
los veranos, los inviernos,
y la playa solitaria,
nuestras manos enlazadas,
las sábanas y hasta las almohadas,
donde fuimos alimento
del ávido sentimiento del amor…
que te amo y que me amas,
no lo dudo,
que no hay amor de humano
en lo que nos damos,
que no hay ni hora ni tiempo,
y que quiero ser el viento
para llegar a tus momentos
y darte de mi piel,
el tacto tierno
y que me des tu sangre
en cascada y enredadera
bajándome por la piel
y empape mi cabellera,
perdóname
si en ella yo nadé,
si en tus labios navegué,
si en tu piel con mi piel
zozobré…
Perdóname…
Bellísima la descripción, de la pasión, desparramada por nuestras vidas, derramada día a día, en cada lugar en cada rincón de la geografia física y espiritual que conforma nuestra estructura.
ResponderEliminarUn beso desde azpeitia
Gracias Azpeitia, eres muy generoso con mis escritos, conmigo.
ResponderEliminarotro beso para ti.