
Los folios que intento escribir, se me vuelan todos y se dispersan, me juegan la mala pasada de huirme y se ríen delante de mis pasos, se los lleva ese viento imaginario que me sopla en los oídos las medias palabras… me susurran y caminan persuasivas, enhebrando mi fantasía o ese mar de sentimientos que llevo conmigo, puede que sean los recuerdos, los amores grandes y menudos, las cuartillas huyen y me faltan manos para agarrarlas, vuelan sobre mi cabeza, escapan por la ventana creyéndose aves, planean con un vuelo bajo y se posan en el suelo.
A la calle le salió ojos y me lee, mis cuartillas son mi sombra, mi historia, sin ellas se me quedan dormidos los pies, vacíos el cuerpo y el alma, escribir, escribir, que a veces es mi terapia, como una tabla para sobrevivir al naufragio, o como una fuente de alegría para expresarla… y verter sobre papel el pensamiento.
No escribo para los ojos, escribo para dentro, y no solo para el humano, también le escribo al viento, al horizonte, al sauce, a la gaviota, incluso al caburé, ese pájaro chiquito que se encarama a las cercas al caer la tarde, y a ese árbol que desde mi ventana me sonríe todas las mañanas, para mí todas las cosas tienen nombre de letras, algunas me palpitan, otras me respiran, y yo les doy vida cada vez que las leo, y sigo con mi torpe manía de escribir, no distingo diferencias entre comer y escribir.
Cuento mis pequeñas historias, mis anécdotas, como una epopeya diaria, las propias y las ajenas que van pasando ante mis ojos.
Escribo y rescato el camino, las manos, los labios atrapados, escribo y escribo para llenar algunos sitios y rescatar algunos sueños, para cuando ya sea silencio de olvido.
¡¡¡ No dejas de sorprenderme¡¡¡¡¡¡
ResponderEliminares un escrito muy bueno, y me gusta como lo has expresado, te calcaste.
Un beso de chocolate.
Aquí su siempre admiradpor para lo que le sirva, El Cóndor. Recuerda que vuelo¡