
asirme a tu mano ligera y conocida,
cobijarme en tu pecho desnudo en la noche,
como luna grande y sol puro,
como cielo abierto
por donde yo vuelo con mis alas abiertas,
cansada del cansancio del mundo
buscando el remanso de la memoria
marchitamente eterna.
Me gusta entrar en tu corazón,
que acoja al mío y le cante, lo acaricie, lo exalte…
hasta lamer los cielos
cayendo en ondas azules, cayendo…
Me gusta tener un momento de gloria en tu pecho
sin prisa y sin tiempo,
y sentirme así,
agua, flor, nube, sed, hambre, río o viento
allí muy dentro, ebria de luces
y un sabor a alba creciente… ¿me sientes?
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Huellas.