
Hoy hace un calor de órdago, por lo menos estamos a cuarenta grados, como si el cielo fuera a derretirse y desplomarse sin límites ni obstáculos.
El sol repta por los tejados, inunda los rincones, las aceras, entra por las ventanas, las rendijas de las puertas, barre las calles desiertas… toma posiciones y se desborda en las esquinas, cada punto de la ciudad, es su objetivo arrancando las sombras…
Si te encuentra inactivo, parado en algún lado, abre su boca y te enseña su sonrisa.
¡Qué calor!
Quiero que llueva, que el agua riegue mi piel, poder extender la mano hacía el cielo como las ramas del árbol que buscan su frescor…
Y que el sol, como reguero incandescente se cuele ya cansado en el fondo del armario.
Parece un dragón enfadado con su aliento de fuego, me retiene en casa más que el frío y la lluvia en pleno invierno.
Quiero que llueva, que el cielo rompa en llanto y no en llama, que refresque con sus lágrimas el asfalto.
Que baje de la altura, que cante en los espacios.
¡Qué calo!
¡Ay qué sol!
y qué cuarentas grados…
Para eso,hay que venir hacia el norte
ResponderEliminarecontrarás las gotas
de agua
agua
agua
agua
refrescando tu alma
besos mi niña
La caló... ¡Que caló...!
ResponderEliminarY este repiqueteo, entre juguetón y sincero, de gotitas menudas escritas a media voz, de anónimos instantes vividos con esmero, de dulces miradas que pasean sin rubor.
Se me humedece el ánimo y se me enternece el corazón, amiga. La tarde pasa, sí... Pero queda prendida en el alma la emoción...
Que no nos falte tu palabra y tu compañía...
Un gran abrazo.
Hola Suri.
ResponderEliminarGracias amigo mío, siempre tienes una palabra linda para aliviar el alma.
Un beso y un abrazo enorme.
Y también tú Paco buen amigo, que siempre llevas las manos llenas de apoyo.
ResponderEliminarUn beso.