
Has llegado,
con ese dulzor de abeja
que traes cuando llegas,
y me has despertado…
Ajena como una sirena,
me mirabas dormida,
besada por el viento
abrazada por la arena,
tu mirada se posó sobre mi
como los rayos del sol,
hechos candelas,
marcando huella.
Llegaste quemando azúcar en el aire,
y me despertaste.
Cuando pude abrir los ojos,
me fluí en laberintos,
Soy aire,
no me nombres,
escapo.
A veces, el aire se evapora en mil y un aromas... No son menos, aquellas en las que las palabras derriten el fruto de la flor para bien del paladar más exigente... Y en otras ocasiones, las suaves brisas en la mirada se hacen huracanes en el corazón...
ResponderEliminarBello tu poema, ligero como el aire, alegre como el viento y con un delicioso puntito juguetón...
Un gran abrazo.
A veces quisiera ser aire...
ResponderEliminarBesos, mi niña.
Cuando te llega ese sabor, disfrutalo.
ResponderEliminarfeliz semana
un beso.
Ruborízome al verme en su blog, gracias por la deferencia.
ResponderEliminarLlegó él y Ud. se escapó.... Espero que se refiera a un sueño, si no, quédese para la próxima (hablo desde la ignorancia, escuse mi atrevimiento).
Un abrazo.
Hay gente que llega silenciosa y suave, como una dulce brisa con olor a azúcar...
ResponderEliminarMe encanta tu poesía, simplemente precioso (:
Un besazo, y no te preocupes por no pasarte, seguro que tienes cosas que atender (:
Libertad hecha palabras, poema precioso.
ResponderEliminarUn beso.