Como la luna te sigue aunque no reconoces su presencia
fingiendo que se queda ahí parado
como una esfinge...
Quien sabe cuanto tiempo lleva ahí
rondador por el aire.
En el instante preciso
que levanto mi mirada,
soy su vista
como si fuera una primicia.
Y viene, y brota como el agua
cuando socava la tierra mi pisada,
te miro de reojo y sigo mi marcha
impuntual y ligera
como las gacelas.
Quizá no hay necesidad
que todo tenga un porqué,
vamos buscando por la vida un sentido
y al final la vida
nunca cobra sentido,
Murmuraban al pasar
mis palabras silenciosas,
sigo mi paso armónico y ligero
sin duda ni miedo.
Con la luna de nácar y el sol de
porcelana
clavados en mi pecho.