Sueño y Vuelo, aunque me caiga luego...

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Corramos... Hay que salvar el planeta.

Corramos... Hay que salvar el planeta.

La Tierra

La Tierra
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domingo, 3 de febrero de 2008

Nada.

Tú y yo no fuimos nada,

fuimos de letras empapadas de papel,

sobre la tinta anodina, transparente,

que al plasmarse se hacía blanca

mientras tu mano se rasgaba

a golpe de mentira y madrugada,

no se puede escribir sobre

Nosotros y por nosotros

con la tinta de todas las mentiras,

sobre papel mojado

y un silencio nostálgico

resabiado de todos los sinsabores

que traías prendidos de tus labios,

no, el amor no es solo eso,

no son discursos hastiados

de estar en misa y repicando

el amor es entregado,

sin rezar para salvarlo,

y así fuimos tiñendo

las páginas de negro abarrotado,

y volvimos un día tal,

a muestro árbol abandonado,

yo volví a mi rutina

y tú a los fósiles que aún te andan

sangrando,

teñidos de arcoiris

en tu cielo de gris embadurnado,

que marca tu alma

como ya mutila tu cuerpo.

Brindemos hasta emborracharnos

por el fin de los santos,

ahora somos el disfraz

que oculta el rostro y el gesto,

absurda visión,

de dos locos cuerdos.

sábado, 2 de febrero de 2008

Dime que Sí.

Anda dime que sí,

me decías con el terciopelo

de tu mirada y tu sonrisa,

mientras yo te observaba

con la garra de una esfinge,

sin poder disimular

el más monótono y triste

de tus lamentos,

que llevas incubando

en las entrañas del tiempo,

no puedes evitar el cráneo

transparente,

de quién no admite

y ya lo sabe,

dime que si,

me recitabas,

y te comportas como el guepardo

que jamás descansa

en su carrera veloz al desengaño.

En el café.

Olvidé mi paraguas en el café

solo recuerdo al camarero

que con ojos de glasé

me dijo:

dos terrones y una nube de leche

café o té

tostada o croissant

señorita de ojos de mar?

Y yo acaparando las servilletas

a golpe de bolígrafo

la tinta se tornaba desperdigaba

y, luchaba con las rimas

a trazos de conquista,

sin conseguir ser de las palabras

alquimista,

la luna se escondía ya en su amanecida

dejando su mensaje en los reflejos

me falta tiempo para mirarte

quiero dibujarte entre mis frases,

no te vayas antes de mis últimas

caricias visuales,

no me dio mucho tiempo

y decidí besar el aroma

de mi extraviado desayuno,

y mis labios susurraron

retahílas de jazmines y azahares,

solo quise sentir el deseo

de las letras en las yemas de mis dedos,

y el calor de mi aliento al escribirlo

mientras se arrugaba la tan socorrida servilleta

y el café se me enfriaba entre los labios

y el cielo de la boca.

Al final me llevé la nada más absoluta

y el insoportable tronar de algún silencio,

se me quedó en la mano, la razón y el pensamiento.