Sueño y Vuelo, aunque me caiga luego...

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Corramos... Hay que salvar el planeta.

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La Tierra

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jueves, 3 de abril de 2008

La Noche No Duerme...


Otra vez la noche no duerme, se encarga de envolverse con lazos de colores, se viste de fiesta, retoca, revisa, y vigila y activa todo aquello que me despierta

Siempre he dormido bien, excepto cuando el amor me reclama o me machaca y sin embargo ahora siento que algo en el pecho me estalla, un humo denso de olivo y albahaca me dibuja lucecitas con forma de corazones y me recorre la espalda, me sube, me iza, me alza… por los tejados vecinos y desde la torre, volar al sol que me abrasa… buscando otras alas, otra mitad, otra sed, otra agua, y en vez de dormir derramo el amor en estas palabras, con esta mi pluma que es uno de los lazos que la noche me lanza, me enlaza, me envuelve, me hace prisionera y su esclava.

La primera vez que recuerdo que me envolviera ese lazo, iba yo de la mano de mi abuelo, “iba yo como una reina” cuando pasó a nuestra vera, extasiándonos con los ojos nos vimos pasar, incrédulos, sin articular palabra y al pasar nuestras cabezas dobladas, mi abuelo y su padre divertidos nos miraban…

Al llegar a casa, le fui contando a mi madre una letanía de sueños atolondrada, a los que mi madre me decía, anda niña no tengas tanta magia…

Siento las luces y la misma música y me pellizco en forma de callada pregunta, y no entiendo como entonces, las razones, pero quiero ese mismo mar con todas sus olas en mi bolsillo y todos los colores del arco iris y ese perfume de luna y azahar en mi ventana y rosas en diciembre a pesar de la nieve…

No sé si tengo el corazón en la sonrisa o la sonrisa en el corazón_ qué sé yo_ si la sonrisa dibuja corazones sin saber si son de humos o de blasones _y yo qué sé_ si solo veo lazos de colores andando ilusiones con esa sensación de esperanza colgada en las facciones de mi cara…

Quizá no sea demasiado tarde para que ocurra esa cosa extraña… pero esta noche, no vestiré de alas para buscarte en la madrugada, seré cometa en el aire… impulsada por los vientos en los que quiero enredarme.

miércoles, 2 de abril de 2008

Historia de una ventana.


No quiero ser protagonista

de tus cuentos de hojas amarillas,

te sobran espejos donde mirar tu fracaso…

y la cuenta atrás del tiempo, te va derramando la soledad por los rincones.

Esa que te hará abandonar desafiante la frontera de la cordura, sin ningún equipaje que la ate, ninguna palabra de amor que la detiene, ahí ya lágrimas no te quedan, ni temores ni dudas, desnuda de razones.

Repentina locura de luz como un sol colado por el tamiz de los días amargos, te hará abrir los ojos mientras contemplas tu vida desde la cera de enfrente, tan lejos en la distancia, tan cerca en tu corazón.

Será otro almanaque el que rige tus días, da igual seis horas más que menos, ese mar que te llama a lo lejos en el cristal de tu ventana, que susurraba con rumor de sonrisa libre, la espuma que te regalaba caricias de sal cada mañana, aquella paloma blanca o ¿era morada? Se está mirando en el agua, mientras revuelves el acero brillante de los utensilios de tu cocina cuando te haces el pescado que tanto contabas, las uñas heridas de arcilla destrozadas de tanto arañar la felicidad, seguramente cambiarás el marco de la ventana más que nada porque la angustia sea menos, el marco de azul, los cristales pintados de colores pastel para hacerte la vida más rosa.

Las sábanas verdes siguen oliendo a jazmín, azahar y a canela mientras un recuerdo se sigue meciendo en tu cama cuando se apagan las luces y cuentas hasta diez buscando la calma, a la mañana siguiente, estallarán los relojes mientras tú esperas que a alguien le vuelvan a crecer las alas, pero sorprendentemente no se te olvidará respirar porque en tus sueños correrá el aire entre tu pecho y mis caderas, calor y color en apenas seis metros cuadrados viciado además por el humo de tus cigarros, en esos momentos en que me ves cuando cierras los ojos evitando en su abrir una irrevocable realidad.

Y sin embargo te sobran los sueños con sabor a canela en las estanterías de tu memoria, sabes transformar la vida como transformas los sabores y la piedra, será porque te sobran años y experiencias, como sabes transformar la espuma de tu fregadero que casi huele a mar, ese mar no tuyo adoptado en tu corazón que pone olas desbordantes a los deseos más ocultos en un despliegue de la imaginación, mientras esperas a que la nueva luz de un nuevo día se cuele por tu ventana y sea la frontera que te separe de la locura y enganches de nuevo tus pies al autobús en una sesión de terapia anti-stres.

Y de nuevo otra noche, en la que nadie osa abrir la puerta o la ventana hasta que los ruidos se apagan, si aprendieras a compartir los vacíos no te pesaría tanto el humo de tu cigarrillo, ese asilo más barato donde apagar los viejos miedos, esos que estorban, y empiezas de nuevo a hilvanar otra noche ajustando los pliegues de tus verdes sábanas para que no se te escape el alma.

No cuentas las horas ¿ o si? Pero el reloj agoniza ya sin tiempo para escribir un epitafio decente y muerdes el silencio como maná escaso, cierras los ojos, repasas, revives, recuerdas, respiras…

Una vez tuviste unas alas prestadas con las que alguien te resucitó a la vida y de esas alas se alimenta cada minuto de tu vida. Vivir de nuevo… Vivir.

Seguramente ese sístole que te alienta, ese latido que solo reconoce las ausencias, anda perdido, y es tu mano la cuna, tu voz el diástole sustituto que te hace con unas alas ser uno.

El Hombre del Bus...

Por las ventanillas del bus

se colaba el sol, tan temprano…

un estrenado día le llevaba adormilado hasta su trabajo,

su sueño tenía olor a jazmín, azahar y sal,

el paisaje eran salinas y qué diferente el aire,

qué sabor en los labios

a brisa de atlántico,

a beso tímido, alejado, sin posibilidad de más…

se queda dormido mirando,

en la ventanilla derecha el mar, y al otro lado,

los trigales, rubia marea de un pelo largo,

hambre tostada en la era,

rumor de amapolas los labios,

y junto al trigo compitiendo en dorados,

estriados de verdes, los ojos de menta,

ojos soñados,

horizonte amarillo, atardecer verdeado,

instante mágico, abrazo de caracolas,

caricias de espuma y viento,

besos de sal y amapolas…

cierra los ojos acaparando la mitad

de las sensaciones que ha ido soñando,

papel en mano podría describirlas,

pero no… las olvida

los sueños no tienen letras,

y su memoria, hace tiempo que le ha abandonado,

solo es un inquilino en un pecho desacompasado.