Sueño y Vuelo, aunque me caiga luego...

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Corramos... Hay que salvar el planeta.

Corramos... Hay que salvar el planeta.

La Tierra

La Tierra
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lunes, 30 de noviembre de 2009

El busto.


La lágrima del artista cayó sobre el cuello de arcilla, blanco, fresco, perfecto... le rasgó la piel como un reguero hasta su hombro y el corazón del artista, se partió, como si el dolor fuera un cincel que con su llanto le calara hondo. Y el escultor fue dándole forma... y la creó llorando.

El silencio de ella, no lo ayudaba, no podía comprender porqué no tomaba vida, no lo hacía perfecto porque le faltaba su palabra, el fulgor de su mirada, era como si a la noche no la siguiera el día...

Pena y confusión sentía el artista, y silencio en el busto de arcilla...

Pero él la conocía, sabía que sus silencios transcurrían meciendo las palabras... y él, una y otra vez mil veces lo intentaba...

Una resignación ya usada, lo llenó de tristeza y volvió al trabajo de la estatua. En una sacudida de ternura, siguió por el busto dándole figura, subió el codo hacías sus ojos y con la tela de la camisa se secó la lágrima que lo besaba...


Seguirán transcurriendo los segundos y el silencio, en el reloj que escondió debajo de la alfombra y el artista, seguirá modelando aquél busto de nácar intentando ofrecerle su vida, aunque muriera él, después en sus brazos ya cálidos de arcilla y le diera ese beso de amor que nunca se olvida y perdura después de la vida...







martes, 24 de noviembre de 2009

Elisa Y Fernando.


Elisa y Fernando se conocían hacía tiempo, nunca se habían dedicado atención, pasaban uno junto al otro a diario, y varias veces al día, el iba, ella venía... y de tanto hacerlo ya se conocían sin tenerse en cuenta, era como si siempre hubiesen pasado de largo.

Un día al pasar, sucedió que entre sus cuerpos se cruzó el aire y respiraron al unísono, las miradas se cruzaron y quedaron prendidos los ojos al instante. Pareciera que se vieran por vez primera.

Quisieron decirse muchas cosas y sin embargo no dijeron nada.

Tal suceso, se hizo en silencio, como un paso de la pobreza a la riqueza, de inmensa sorpresa, los matices más distantes pueden encontrarse en una sola mirada que vuelve volátil la palabra y domina los pensamientos y la voluntad.

Así se descubrieron Elisa y Fernando, en un momento único, en una mirada mágica que abre una hoja en blanco... a veces es bueno escuchar lo que dicen los silencios... hablan de plenitud, de amores escritos en la mirada, sin grandes palabras, como cuando las manos acarician en silencio abriendo caminos, cuando la piel tiembla si se roza y los ojos se prolongan...

Así se descubrieron Elisa y Fernando...

lunes, 23 de noviembre de 2009

Alas.


Subida a este pedestal, como una hoja mojada a la intemperie, hallo señales, huellas, marcas y pasos que se pone mi propio corazón, para calmar tanta hambre y tanta sed que se reflejan en el cristal de tus lagunas, cuando me arriesgo a mirarme a esas aguas donde navegan tanta inquietud y desasosiego. No quiero quedarme, no quiero.

En este viaje que emprendo de ida, busco aposento en la efervescencia de vida, me llevo todo como esa alondra que en su vuelo, busca el consuelo que cure las heridas que llevo yo en el pelo.

Ese miedo que vengo derramando, que se hace dueño de ese velo de luz estremecido que se apodera de la comunicación de mi alma y tu alma.

¡Cómo borrar de esta urna de hielo e infortunios, esa imagen que pone barreras a este mar de encajes y de plata¡ me gusta volar, buscar la altura sola y lejos…

Perdona por mis ausencias que esta vez no van cargadas de regresos.

He aspirado tu corazón, lo que he querido me lo llevo.

Perdona por no disponer de más remos que adentren mi barca para zarpar hacia ti, navegando por tu boca, y refugiarme en tu pecho, apoyarme en la arena de tu piel… perdóname… si prefiero sentirme libre… si prefiero el aire al mar, el cielo... libre y entero, ese en el que yo vuelo...

¿A cuantas millas vestirá el cielo mi partida?

¿Cuando dejará la gaviota sus alas de plata?

¿En qué crepúsculo desembarcaré sin ti, navegante?

Pero estás aquí, en mi pliego, en esta pluma que mece el viento libre del alma, que se refleja en tus aguas... marinero... mejor navega en tu barca que yo planeo en mi cielo, nuestro encuentro será el reflejo de mi libertad en tus espejos...

y a pesar de todo eso, escriben las nubes sobre las olas dos palabras que dicen te quiero, no lo olvides marinero...

No me pidas nada… No me lo tengas en cuenta… nunca se me rompieron las alas, ni a ti tu velero...