domingo, 27 de abril de 2014
Esperanza_ Dedicado a mi gran y buen amigo JULIO
Sé que a veces aunque me demore adormilada entre las susurrantes hojas de Mayo, aunque mis ojos a veces echen fuego y el agua de la lluvia chorree por mi pelo, sé que no está todo perdido.
Y es esa fuerza que en medio de la oscuridad más grande nos hace ver las estrellas.
Es algo grande como ese corazón tuyo que se inclina reverente ante la vida y es entonces y por eso, que yo me pongo el verde manto que arrojas a los pies de tus amigos y me siento sobre la hierba y las flores que asienta la extensión de esa llegada "La Esperanza".
Desde aquí te hablo con el ligero aire que recorre la marisma , sumando a mi voz y ondulando en mi pecho, ese cariño inmenso y esa estima como ondulan del trigo sus espigas.
jueves, 6 de marzo de 2014
No tengo tiempo
Se va el tiempo.
Corre a dentelladas
a zarpazo limpio, a traidoras zancadas,
sin apenas darte cuenta de que no lo hay
para tanto proyecto,
que se va dejando amontonado
en los divanes de los deseos ajenos.
El trabajo, horas y horas en la mesa de un despacho
gris y desmantelado de todo afecto.
Reprimir el deseo, la voz, para acallar el llanto sutil
del anhelo de hacer y estar en otro sitio,
horas muertas y las diversas cosas perdidas
llenando el vacío de esperanzas sin esperas.
Oasis de deseos donde se perpetúan
“Los mañanas será otro día”
“los quizá mañana pueda”
rodeados de fronteras imposibles
y de carnavales del tedio.
No está pagado con ningún sueldo
descargar la vida en las estulticias de las proclamas
como aquella de que el trabajo realiza y dignifica,
puede ser, pero dignifica el espíritu la resta de algunas horas
del tiempo que regalamos para júbilo de los indecentes dogmáticos
que se aprovechan …
Pero el tiempo perdido se vuelve gris
no espera rosas sin espinas,
ni dibuja corazones libres de margaritas que dobla el viento,
solo nos queda dibujar silencios en los matorrales del aire
desde los cristales que nos retienende lunes a viernes
para que otros se den banquetes, de sol y aires ...
Pero yo sé que las estrellas parpadean a los que sienten la magia
como a mí en este despacho, esta tarde larga,
mientras escribo como me siento.
Cuando ya la luz se va haciendo tenue, confusa y distante
y me vuelva a redimir con el perpetuo “quizá mañana” …
se romperá la fe de los amontonados tic-tac
que amoratan el día, con la misma labor cansina, bronca y desolada
de una máquina en una mesa, que me despierta el ansia de la fuga.
Corre a dentelladas
a zarpazo limpio, a traidoras zancadas,
sin apenas darte cuenta de que no lo hay
para tanto proyecto,
que se va dejando amontonado
en los divanes de los deseos ajenos.
El trabajo, horas y horas en la mesa de un despacho
gris y desmantelado de todo afecto.
Reprimir el deseo, la voz, para acallar el llanto sutil
del anhelo de hacer y estar en otro sitio,
horas muertas y las diversas cosas perdidas
llenando el vacío de esperanzas sin esperas.
Oasis de deseos donde se perpetúan
“Los mañanas será otro día”
“los quizá mañana pueda”
rodeados de fronteras imposibles
y de carnavales del tedio.
No está pagado con ningún sueldo
descargar la vida en las estulticias de las proclamas
como aquella de que el trabajo realiza y dignifica,
puede ser, pero dignifica el espíritu la resta de algunas horas
del tiempo que regalamos para júbilo de los indecentes dogmáticos
que se aprovechan …
Pero el tiempo perdido se vuelve gris
no espera rosas sin espinas,
ni dibuja corazones libres de margaritas que dobla el viento,
solo nos queda dibujar silencios en los matorrales del aire
desde los cristales que nos retienende lunes a viernes
para que otros se den banquetes, de sol y aires ...
Pero yo sé que las estrellas parpadean a los que sienten la magia
como a mí en este despacho, esta tarde larga,
mientras escribo como me siento.
Cuando ya la luz se va haciendo tenue, confusa y distante
y me vuelva a redimir con el perpetuo “quizá mañana” …
se romperá la fe de los amontonados tic-tac
que amoratan el día, con la misma labor cansina, bronca y desolada
de una máquina en una mesa, que me despierta el ansia de la fuga.
miércoles, 5 de marzo de 2014
Déjame que te diga
Déjame que te diga que existo,
que ya no entiendo el eco
porque estoy recostada en tu propia memoria
vestida de mujer en tu carne incendiada,
en tu hoguera de agosto solicitando lunas.
Que tu cuerpo es la roca
de mi eterno naufragio,
que tus manos suponen orillas
donde navegan los dedos de mis sueños
hasta llegar al aullido del amor que te grito,
que tu boca es el ático que bebe mi locura
cuando allí entre tus manos
abrevian las horas…
Que mañana sí existe, en cuanto amanecieron
Tus dos brazos desnudos para zunchar la aurora
como la curva limpia de una ola sin agua,
que tus ojos son soplos que acarician mis ojos,
que la ladera alta de tu cuerpo es más hermosa
que aquella amapola última que acaricié en la lluvia.
Que me quiero en tu pecho
ese algodón refugio de hierro interminable,
y en tu pelo revuelto
encanando su colección de olvidos,
en tus ojos mágicos que tantas veces he mirado
y en los que ya me he perdido.
En tus anchos hombros y en tu aroma impaciente…
Déjame que te diga
que no sé si exististe, aunque pueda probarte
que un día yo existiera
en el lugar del aire que tú solo conoces,
clavándome en la nuca alfileres de besos
sobre la ortografía de la pared del ansia.
Déjame que te diga
Que no te digo nada
Porque ya enmudezco masticando tu nombre
y que por eso, mi corazón se diluye en el aire
aterido por un siglo de asfixias,
aunque después ocurra que mi voz,
Siga aullando detrás del Universo.
Déjame que te diga… no te lo dije, Todavía.
que ya no entiendo el eco
porque estoy recostada en tu propia memoria
vestida de mujer en tu carne incendiada,
en tu hoguera de agosto solicitando lunas.
Que tu cuerpo es la roca
de mi eterno naufragio,
que tus manos suponen orillas
donde navegan los dedos de mis sueños
hasta llegar al aullido del amor que te grito,
que tu boca es el ático que bebe mi locura
cuando allí entre tus manos
abrevian las horas…
Que mañana sí existe, en cuanto amanecieron
Tus dos brazos desnudos para zunchar la aurora
como la curva limpia de una ola sin agua,
que tus ojos son soplos que acarician mis ojos,
que la ladera alta de tu cuerpo es más hermosa
que aquella amapola última que acaricié en la lluvia.
Que me quiero en tu pecho
ese algodón refugio de hierro interminable,
y en tu pelo revuelto
encanando su colección de olvidos,
en tus ojos mágicos que tantas veces he mirado
y en los que ya me he perdido.
En tus anchos hombros y en tu aroma impaciente…
Déjame que te diga
que no sé si exististe, aunque pueda probarte
que un día yo existiera
en el lugar del aire que tú solo conoces,
clavándome en la nuca alfileres de besos
sobre la ortografía de la pared del ansia.
Déjame que te diga
Que no te digo nada
Porque ya enmudezco masticando tu nombre
y que por eso, mi corazón se diluye en el aire
aterido por un siglo de asfixias,
aunque después ocurra que mi voz,
Siga aullando detrás del Universo.
Déjame que te diga… no te lo dije, Todavía.
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