
¡Quien soñara siquiera retenerlo!
Alzar por él un altar o sostenerlo
Aunque por más que te quisieran te dañaran.
Ni más sutil el bulo de atraparle
Y aún siendo tan fugaz el conocerlo
Quien después de encontrarlo lo dejara.
Forzosamente triste, forzosamente alegre
Que aspira el aire incierto,
De la también incierta vanidad de su nombre.
Apariencia de vida, que como el mar,
Luchando se encrespa por la piel
Y nos atrapa el alma.
Ante un cielo sin estrellas fulminado
A través del pozo oscuro de lo innombrable,
Asciende y desciende desesperado y taciturno
Buscando un sentido duradero,
A tantos pretéritos…
Ya desgarrados e invencibles
En la conciencia torpe.
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Huellas.