
Yo no he dejado de admitir
que he dejado de existir,
que he dejado de crecer
y no paro de llorar por lo ancho
y largo de mi césped,
al que ya ni mis lágrimas,
volverán a poner verde.
No quiero huir de lo que me falta
sino encerrarme en ti
enterrarme en carne y hueso
verter el mar dentro de mi,
volver a crecer,
y toparme con el techo
del mismísimo universo.
Pero no es el amor ahora,
lo único que me duele,
me duele el gustarlo
fuera de los adjetivos,
que mi cabeza dio como ciertos,
apartar de mis oídos la mentira,
que tú, si, óyeme,
en las noches de luna llena
me obligaste a creer.
Quizá si o puede que no,
seguirán trascurriendo los segundos,
en el reloj de un mundo en minúscula
invisible e insonoro,
para los alcohólicos de la sed.
Bello, sentido, sensible como debes ser tú...un abrazo desde azpeitia
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