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miércoles, 20 de noviembre de 2019

¿Amor Bueno?


No sé de qué mano se agarra
el amor bueno...
No sé de donde llega
ni la fuerza que lo ata
pero ahí está...
Baile y balada triste 
que se alisa o que se arruga
a capricho del tiempo 
y la deshora...
No alcanzo a saber
cuanto amor cabe 
en cada uno de mis actos
ni sé si quiero las caricias
de tus manos por mis páramos.
Pero sé que cuando me miras 
y me hablas,
una legión de mariposas 
me muerde el alma.
Y no sé si será el amor bueno y mío
o puede que descubra
que solo fuimos amores sin memoria.
Pero mientras tanto,
suspendido en el aire quieto
del tiempo y la deshora,
bebemos del nudo de colores 
que nos sale de la boca.

2 comentarios:

  1. Me beberé a sorbos la luna.

    Boga en el madrigal del alma
    una transparencia cristalina,
    refrescante y felina,
    natural como el espliego y la albaca
    que en sus iris se plasman
    gelatinosos , voraces y verdes,
    irradian, en las dos lagunas de su cara.

    Mirando desde un alto
    el despertar del alba
    intuyo sobre mis sienes
    las mesuras de su alma.

    Diviso los campos de mieses
    de espigas del pan del mañana
    y el dorado cereal me recuerda
    el color de la cerveza,
    y a unos cabellos rubios
    entre dos amapolas frescas.

    labios de mujer
    que fervorosamente sienten,
    latifundios de sueños de cereza
    que alguna vez se enroscaron
    en otros arcos bulbosos
    de varonil presencia.

    Sed que en mis labios se amontona
    y pido de buena gana
    el buque de su boca de grana
    y las caricias de sus labios
    sobre mi boca sedienta.

    En el ánfora de su cuerpo
    late un jilguero corazón apasionado,
    enladrillado en las rejas del recuerdo
    de un amor casi gastado.

    En los valles de su pecho
    dos montes de nata se alzan
    coronados por las rosas de mis ansias.

    Ágapes de rosada tersura
    que engalanan de ternura
    a una mujer femenina
    amante disoluta y poeta.

    Mana un agua limpia y sana
    de las fuentes de su alma,
    agua de vida, que sacia
    en cada uno de sus versos.

    Beberé haciendo un cuenco con mis manos
    de su vientre enaltecido y enamorado
    antes que la torpeza me desborde
    y mis labios se agrieten
    por la sed de su porte.

    Así mi alma soñadora
    se llena de rubio y amapola
    del verde trigo de sus ojos
    y el blanco nácar de sus montes.

    Aunque su corazón me trasporte
    al viejo mundo de mis emociones
    y transite por las calles del recuerdo
    hoy me acuerdo que te quise,
    y aunque me pese te quiero.

    Julio Medialdea

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  2. Vaya¡¡ Qué bonito este poema. Parece que pones en él más dulce que el que yo le pongo al amor. No es oro todo lo que reluce... y en el amor Tampoco lo es. Gracias por este bello comentario.

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