La palabra, la amistad, la promesa, el gesto,el aliento,la alegría, la tristeza...todo lo que siga sentándose en esos lugares por los que pasamos todas las generaciones, la historia, esos sitios en los que todos tienen asiento, yo recuerdo cuando mi abuelo me hablaba de los suyos o mis padres, y yo aún siento nostalgia por los míos, porque aún no hace tanto tiempo aunque ya no tengo 20 años, pero aún no están tan lejanos.
La Rábida ese lugar Colombino donde se respira historia es un lugar entrañable, uno de los sitios que refiero... sus jardines, el convento emblemático y a sus alrededores los pinos, el césped y el puerto, las tres carabelas bañándose en la madrugada y las redes que un día los pescadores sacaron plateadas de peces y descubrimientos.
Amar los lugares por lo que significan es convertirlos en una patria, una patria pequeña, como un patio, o una pared donde dejar tus cansancios, y sentarse bajo los limoneros, un molino de viento, o un rosal al pie de un pino con los ojos abiertos a los sueños esperando la aurora.
Ya no me siento allí donde sigue todo intacto, la Universidad Iberoamericana y su maravilloso entorno, pero serán otros , la chica, el chico, la sonrisa, la canción, nuestra guitarra, la flor, el amor, los ojos mirando, la mano amiga en la mano, la gracia, el calor, el olor a jazmín y a romero, en nuestros descansos entre clases y a veces haciendo la mona(faltar a la siguiente e irnos al césped toda la clase), esos tiempos se van rápidos, un viaje a la memoria, el rincón donde habitan los sueños que son heredados por los que vienen, sueños que nunca se mueren, escritos están para otros en el aire y ni siquiera lo saben, hacia ellos van los ojos, y las hojas de cada memoria, ese reflujo que va y viene...que nace, que muere y que nace...
Y así todo se viste y se va desnudando como un todo en un único abrazo, Mundo sobre mundo, vida sobre vida... reemplazando.
Hay sitios donde todos tienen su asiento, hasta el Universo.
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Huellas.