Tú dices que huelo a azahar y al jazmín de las tardes que dormitan sobre los alberos...
Que soy como la miel con limón, como el vino Mistela que se mezcla con una pizca de naranja ácida...
Que mi sonrisa despliega en abanico el arco iris y llena de luz mi cara y mis pupilas... y también las tuyas...
Que cuando me miras caes en el abismo profundo de todos los océanos y te pierdes y te encuentras en ellos...
Dices que logro romper en mil trozos el espejo de la soledad donde te miras...
Que soy como el susurro de las caracolas en las rubias arenas de tu playa... y que mi mirada, la escondes en la tuya para que nunca se vaya...
Y qué ignorante yo de tu batalla...
Yo no quiero mirar, no quiero cambiar mi mirada de amistad por un imposible que te lleve a la derrota a la sombra de mis miedos...Tú te quejas que no quiera verte, y sabes que tengo otra forma de mirarte, yo te miro platónica y tú, me llamas anónima cuando dices que es porque yo no te veo... quizá sea tu ilusión cegadora que te ha vuelto ciego, porque yo si te miro y además te veo y te siento...
Pero yo soy como el viento de sal y de mar, que pasa y se va...
Si me necesitas extiendo mi mano y luego vuelo, nunca me quedo, en el mismo lugar donde me dejó la puesta de sol del día anterior...
Mejor te quedas en tu jardín de los sueños que yo, como siempre estaré en mi universo.
En cuanto al amor,
ya tengo uno muy viejo
clavado en el costado
como un aguijón del que no me desprendo,
no quiero hacerlo...
Aprendí a caminar... desde entonces corro
Aprendí a volar... y desde entonces,
no tolero
que me empujen para pasar
de un sitio a otro...
Libre de elegir, como dijo Zarathrusta.
Nietzche.
Yo corro como el rocío se resbala por los labios de todos los ocasos y todos los amaneceres...Hasta que el aguijón de ese amor viejo de mi costado, se desprenda solo con el tiempo, y me pare otro nuevo...